viernes, 7 de noviembre de 2014

Bigelf. Sala Razzmatazz 3, 06/11/2014



Buen concierto anoche de Bigelf, una banda de culto con una propuesta musical muy atractiva y bastante inclasificable, que combina Doom y Prog con psicodelía, melodías Beatles y armonías vocales al estilo de los Queen. Venían a presentar su último trabajo, "Into the Maelstrom", gran disco, dignísimo sucesor de "Cheat the Gallows" (2008) con el que obtuvieron, aunque modesto, reconocimiento en el mundillo.

Para esta mini gira europea, el carismático Damon Fox, el alma mater del proyecto Bigelf, venía acompañado del no menos carismático Mike Portnoy, que ha grabado las baterías de "Into the Maelstrom", del bajista finés Duffy Snowhill (colaborador de Fox desde hace quince años) y del guitarrista John Wesley, ex-Porcupine Tree.

La verdad es que el Razz 3 se les quedó un poco pequeño y el arsenal de teclados y cachivaches diversos de Fox y el kit de Portnoy ocupaban buena parte del escenario, con lo que Snowhill y Wesley estaban casi arrinconados a derecha e izquierda. Se hubiera agradecido un local más grande pero Bigelf hoy por hoy, pese a su calidad, tienen un poder de convocatoria limitado, es lo que hay.

Empezaron el concierto con "The Evils of Rock'n Roll" y "Madhatter"; buen sonido aunque con algún momento caótico, Damon Fox que no estaba muy fino de voz y Portnoy, cuya pegada es impresionante, con su habitual show de malabarismos con las baquetas.

























Acto seguido empalmaron tres temas seguidos de "Into the Maelstrom": "Hypersleep", una buenísima "Alien Frequency" y "Vertigod", con unos excelentes juegos de voces. A continuación recuperaron "Money Machine", de su primer disco, en la que Baron Fox (el hijo de Damon y batería habitual de la banda) tomó el puesto de Mike Portnoy y la verdad es que no lo hizo nada mal.

Para cuando llegó "Edge of the Oblivion" (uno de los mejores temas de su último disco) ya se había hecho patente que John Wesley, aún siendo un guitarrista notable y de gran finura (con algunos punteos de mucho mérito), quizá no es el más adecuado para los temas más "pesados" y basados en riffs potentes, que necesitan de "agresividad" y potencia. De hecho "Edge...", el tema más esperado para el que suscribe, lamentablemente sonó bastante plana y deslavazada.

Aún así el tramo final del concierto fue bastante espectacular: "ITM", "Money, It's pure evil" y, ya en el bis, "Incredible Time Machine" y "Blackball", que sonaron maravillosamente bien.

Lo dicho, notable concierto de una banda que no se prodiga mucho por aquí (creo que su última visita fue hace casi cinco años) y que merecería mucho más reconocimiento del que tiene. Esperemos que el apoyo de Mike Portnoy, a quien hay que agradecerle que se haya embarcado en este proyecto para tocar en clubes pequeños, les sirva de impulso: pocas bandas se me ocurren que lo merezcan más que ellos.



lunes, 3 de noviembre de 2014

Festival Beefeater In-Edit 2014 (y II)



Perfecto cierre del In-Edit 2014, con tres documentales de diferente formato pero, cada uno en su estilo, igualmente brillantes.


Broken Song


Es un gran contraste, ver lo positivo y lo negativo de pequeño. Las luces y las sombras de la vida ¿sabes? Y tienes que escoger. Toda persona tiene conciencia para tomar su decisión, buena o mala.

La mezcla perfecta entre "The Commitments", un episodio de "Hermano Mayor" y cualquier película de Ken Loach. El Hip-Hop como el clavo ardiendo al que se agarran unos adolescentes que viven en un barrio degradado de Dublín; el último recurso para evitar la toxicomanía, la delincuencia, la cárcel o las tres cosas a la vez.





GI, Willa y Costello, los protagonistas: tres artistas callejeros, que han estado en la mierda y han vivido para contarlo. Mentores que cuidan de la autoestima de sus conciudadanos en el barrio y que tienen todo su respeto.

Un film sobrio, cero efectista y que conmueve sin necesidad de caer en paternalismos. Rodado con suma elegancia y de prodigiosa fotografía en blanco y negro, combinada con algunas secuencias en color (curiosamente nocturnas) que son el contrapunto, casi onírico, de una realidad muy chunga. Excelente película que me recuerda porqué me gusta tanto este festival y que demuestra que incluso del estiércol pueden nacer flores.



Johnny Winter: Down and Dirty


He tenido una buena vida. Me he podido dedicar a lo que más me gusta y me han pagado y me han amado por ello. ¿Qué más se puede pedir?

Este es el típico documental que ya sería atractivo de entrada y sin aditivos por la relevancia musical del personaje y su acumulación de vivencias: el mejor bluesman de raza blanca (con permiso de Stevie Ray Vaughan), actuó en Woodstock, fue estrella indiscutible durante los años 70 y se codeó con artistas de la talla de BB King, Jimmy Hendrix, Janis Joplin o Muddy Waters.





En este caso, además, el título da exactamente lo que promete: un Johnny Winter en crudo, con 70 años y pésima salud, pero lúcido, socarrón, sincero y de extraordinario sentido del humor. La secuencia inicial es toda una declaración de principios, Winter pincha el disco "King of the Delta Blues Singers", de Robert Johnson, empieza a sonar "Cross Road Blues": "Qué grande era este tío. He aprendido mucho de él. Los Cream hicieron una versión de esta tema, pero no era ni la mitad de bueno".

Aprovechando la gira de presentación de "Roots" (su último disco), el documental combina imágenes de su vida cotidiana en la carretera, con testimonios que le rinden homenaje (Dereck Trucks, Joe Perry, Billy Gibbons, etc.) y secuencias de archivo (Woodstock, sus apariciones en el Show de David Letterman, conciertos con Muddy Waters...). Con todo este material se va trazando su trayectoria musical y vital desde que era un niño en Beaumont (Texas) hasta pocos meses antes de su muerte.

Winter no se guarda nada: los problemas sociales derivados de su albinismo durante la niñez y adolescencia, la ascensión a la fama, sus adicciones diversas, el engaño al que le sometió su antiguo manager o su transtorno obsesivo-compulsivo, que da lugar a situaciones francamente divertidas. Hay momentos impagables: la hilarante cogorza en un club; la conversación con el dealer que les vendía cocaína a él y a su mujer; su versión de "Georgia on my mind" en un karaoke en Japón, que pone los pelos de punta, o cuando le revelan el truco de las cápsulas vacias. Otro momento impactante es cuando confiesa, refiriéndose a "Johnny Winter And Live": "es el disco que más he vendido y el que menos me gusta". Está claro que su primer y único amor siempre fue el Blues.

Una película desmitificadora, entrañable y divertida, muy bien montada y que sirve de perfecto epílogo a la carrera de un músico inolvidable y, al mismo tiempo, de homenaje a pioneros del blues como Robert Johnson, Elmore James, Howlin' Wolf o Lightnin Hopkins. Brindo por todos ellos. 



20.000 Days on Earth


¿Quieres aprender a escribir canciones? Contrapunto, el contrapunto es la clave. Dejas, no sé, a un niño y a un psicópata mongol en una habitación y esperas a ver qué pasa.

A partir de un esquema tipo "Un día en la vida de...", 20.000 days on earth propone una doble mirada sobre Nick Cave.  Dos mundos, el "real" y el de "ficción", que se van entrecruzando y que nos muestran las dos caras del cantante, la artística y la personal, a través de diferentes situaciones: con su terapeuta, con los profesionales que ordenan su archivo personal, con los Bad Seeds en el estudio, durante las sesiones de grabación de su último disco o mediante reflexiones en voz alta del propio Cave.



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El planteamiento es arriesgado y si bien en algunos momentos resulta insatisfactorio (las conversaciones con el terapeuta, por ejemplo, se hacen un poco plomizas) el film en su conjunto es espléndido. A ello contribuye el indudable magnetismo del australiano: su voz, su presencia y su carisma son hipnóticos. Destacar también algunos recursos narrativos, como las conversaciones imaginarias mientras conduce, a modo de flashbacks, con diferentes personajes, como Kylie Minogue o Blixa Bargeld; o los impactantes collages audiovisuales del inicio, en los títulos de crédito, y los que ilustran sus sensaciones durante el primer encuentro con Susie, la que ahora es su esposa.

Pero la guinda del pastel son las interesantes conversaciones con Warren Ellis, su colaborador desde hace muchos años y, sobre todo, la grabación en el estudio de "Higgs Boson Blues" y la interpretación final en directo de "Jubilee Street", de una intensidad y fuerza que traspasan la pantalla.

Un documental denso, muy cuidado visualmente, que va más allá del típico formato al uso en estos casos  y que ofrece interesantes reflexiones (la importancia de la memoria, la "domesticación" de canciones...) acerca de los procesos de creación. De ineludible visión.




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