sábado, 27 de marzo de 2010

YO, otro libro egocéntrico de Juanjo Sáez


Hacer el ridículo es gracioso, hay que atreverse, es divertido. El problema es que para que tenga gracia tienes que hacerlo de verdad, y eso te deja en mal lugar como autor. Ser torpe es gracioso, ser virtuoso no.

Juanjo Sáez es un dibujante amado y odiado a la vez: Para unos es un genio, para otros es un cantamañanas que no sabe dibujar. A mi me parece un artista muy ingenioso que ha demostrado en sus obras más conocidas "Historia del Arte" y "Viviendo del cuento" que no hace falta ser (ni querer parecer) un virtuoso para transmitir cosas. A pesar de ello, no resulta un autor cómodo, como lo atestigua el hecho de haber sido expulsado de los tres diarios para los que ha trabajado "El Mundo", "El Periódico y "El País".

En "Yo" lleva a cabo un ejercicio pseudopsicoanalítico en el que se dedica a analizar buena parte de su producción de tiras de prensa (algunas de ellas censuradas o nunca publicadas), su visión del mundo y sus mecanismos de  creación, con un enfoque similar en algunos momentos al de otra obra comentada aquí, "Cosas que los nietos deberían saber". En esta reflexión aparece constantemente su "alter ego", una especie de "superyo" que critica, pone en tela de juicio o, directamente, contradice, las afirmacíones del autor. Esta figura, oscura y dibujada en un inquietante color naranja, sirve de contrapunto (argumental y gráfico) al discurso de Sáez.

En cierto modo, "YO..." es la continuación natural de "Viviendo del cuento", donde vuelve a mostrar su ingenio y a tocar algunos temas ya recurrentes en su trayectoria (la cultura Pop, la crítica a los "modernos", el humor absurdo, etc.) pero nos ofrece, además, perspectivas menos conocidas: tiras de temática política, como la antológica "Se acerca el fin de todos nuestros males", dedicada a la detención de Sadam Hussein; social, como "La Zona Negativa" o la muy lograda "El puente aéreo"; artístico-onírica, la bonita "Arquitectura del Yo" o autobiográfica, como la conmovedora "El chico de la burbuja".

El Juanjo Sáez más incisivo también aparece: las pruebas que hizo para "El País" como proyecto para sustituir a la dibujante Maitena o algunas de las tiras que realizó para "El Periódico", así como su vis más tragicómica: el encontronazo (involuntario) con el cantante Raimon, que le valió el despido de "El Periódico" o el tortuoso proceso que tuvo que soportar para publicar en el suplemento de verano de "El País", trabajo que generó multitud de críticas e incluso un blog dedicado a él titulado "Matar a Juanjo Sáez".

Fiel a sí mismo y a su estilo siempre fresco, desenfadado y autoparódico, Juanjo Sáez ha parido una obra muy divertida y, al mismo tiempo, muy profunda, dónde vemos reflejada la problemática interna (la creatividad, las motivaciones y las neuras del creador) y externa (las a menudo difíciles relaciones con los medios, el mercado y el público) que siempre acompañan cualquier actividad artística.

Absolutamente recomendable y, además, excelentemente editada (en un bonito volumen de tapa dura) por Reservoir Books (Mondadori).

sábado, 13 de marzo de 2010

Madman: Bienvenidos al universo lisérgico de Mike Allred


Me mola el Rock'n'Roll. Me mola el cine. Me mola el cine. Me mola la literatura. Me molan los libros de arte. Pero he de reconocer que probablemente lo que más me mola son los cómics. ¿Por qué? Una vez más la explicación es muy sencilla. Los cómics son capaces de aunar todos los elementos divertidos y emocionantes que atesora, prácticamente, cualquier otro medio artístico de la cultura Pop.

Esta afirmación, que un servidor suscribe casi al pie de la letra, es de Michael Allred, uno de los más interesantes y originales autores de cómic de la actualidad. Ha trabajado para los dos principales editoriales, DC y Marvel, para la que publicó una de sus obras más conocidas: X-Force y su secuela X-Statix, una parodia de X-Men donde el tándem creativo que formó con el guionista Peter Milligan ofreció una visión rompedora del universo de los superhéroes: cínica, amoral y repleta de humor surrealista. X-Statix generó cierta polémica en su momento a causa de la anunciada aparición en el número 15 de una resucitada Diana de Gales en el papel de superheroina. El revuelo que se armó fue tal que la siempre conservadora Marvel obligó a los autores a modificar el aspecto original que se había previsto para el personaje para evitar posibles problemas legales.

A pesar de la fama obtenida con X-Statix, su obra más personal, y con la que se inició en el mundo del cómic es Madman, una obra absolutamente Pop, publicada originalmente en USA por Image Comics a partir de 1992, que Planeta ha editado en España en forma de tomos recopilatorios. De momento están disponibles dos volúmenes y está previsto que un tercero salga a la venta durante el 2010: el primero recoge la primera serie de Madman, todavía en blanco y negro y la posterior Madman Adventures, ya en color que recopila las series Madman Comics del 1 al 11.

El argumento de las series gira en torno a Frank "Madman" Einstein, un ciudadano normal fallecido y resucitado, gracias a los buenos oficios los Doctores Boiffard y Lem (ambos dos pelín chiflados), que se convierte en un superhéroe bastante peculiar que utiliza yo-yos, pistolas de juguete y un tirachinas como armas (?).

A partir de aquí historias rocambolescas y disparatadas, dignas de la mejor/peor serie B, repletas de extraterrestres, robots, dinosaurios, viajes en el tiempo, organizaciones que pretenden conquistar el mundo, etc. Al mismo tiempo el protagonista tiene serios problemas metafísicos y su reflexiones filosóficas (normalmente bastante simplonas), al estilo de Silver Surfer son frecuentes: no recuerda nada de su vida anterior, se pregunta a menudo por el sentido de la vida y de las cosas y duda de su relación con la guapísima Joe, perdidamente enamorada de él.

La evolución de Allred se va viendo a lo largo de los dos tomos: si la primera serie Madman presenta un estilo narrativa y gráficamente titubeante, las series siguientes representan una consolidación de su peculiar estilo y descubren un dibujante con hechuras y muy fresco, de trazo grueso y sencillo, una especie de mezcla entre el maestro Jack Kirby (su influencia principal) y Charles Burns.

Su originalidad formal, muy alejada del fotorrealismo y del photoshop que tanto abundan en el cómic actual, se ve resaltada por el buen trabajo de Laura Allred, su esposa y entintadora habitual, que basa su trabajo casi exclusivamente en tintas planas y colores primarios, un formato muy Pop y exuberante que encaja perfectamente con el tono de la obra.

Por si el propio Allred no fuera motivo suficiente aliciente para leer Madman, ambos volúmenes ofrecen un interesante Bonus: el primero una sección extra de ilustraciones sobre el personaje a cargo de ilustres colegas de profesión como Jim Lee, Todd McFarlane, Moebius, Walt Simonson, John Byrne o Sergio Aragonés. En el segundo aparecen dos invitados muy especiales: Hellboy (el personaje creado por Mike Mignola) en Madman 5 y Big Guy (el robot obra de Frank Miller y el espectacular dibujante Geoff Darrow) en Madman 6 y 7, episodios dialogados por el propio Miller.

Además también podemos encontrar diferentes Pin-Ups del personaje a cargo de Geof Darrow, Chris Ware, Frank Miller o Joe Kubert y una galería extra de ilustraciones con dibujos de Peter Bagge y Matt Wagner, entre otros.
Madman, pues, es un cómic más que recomendable: muy fresco y con diversión y locura a raudales.


sábado, 6 de marzo de 2010

Cosas que los nietos deberían saber: la música como catarsis


Mark Oliver Everett, tambien conocido como "Mr. E" es el líder de Eels, un grupo pop norteamericano que en su momento logró una considerable repercusión popular con Novocaine for the soul y My Beloved Monster, dos de los temas de su disco de debut, Beatiful Freak (1996). Aunque no han vuelto a repetir el éxito masivo de su opera prima, se han convertido en un grupo de culto y sus posteriores trabajos han mantenido un alto nivel de calidad y originalidad.

No se puede decir que Mr. E sea un tipo con suerte: una existencia complicada, trufada de relaciones sentimentales tormentosas, problemas personales y el fallecimiento prematuro de personas muy cercanas (sus padres, su hermana, su manager, su prima) han marcado su vida como individuo y como músico. Todo ello se refleja en Cosas que los nietos deberían saber, la singular y muy interesante autobiografía de Everett que, como afirma el escritor argentino Rodrigo Fresán en el (excelente) prólogo:

...es el mejor libro de autoayuda que no intenta ayudar a nadie pero que lo consigue casi sin proponérselo... Aquí estamos y sí, están tocando nuestra canción, nuestras canciones. Leámoslas para oirlas sonar. Así suenan. Suenan tristes pero suenan tan bien. Crean en todo lo que van a leer aquí. De verdad.

Una familia disfuncional, rebeldía adolescente, problemas en la escuela, dificultades a la hora de relacionarse... Esto suena casi como un tópico y ya lo hemos visto/leído un millón de veces anteriormente; Mr. E no resulta, pues, demasiado original aunque con una diferencia respecto a otros casos: una necesidad imperiosa e irresistible de componer canciones porque,

...me encantaba hacerlo, incluso aunque nadie fuera a escucharlo. Pero también había algo que quería comunicar a la gente y fuera del marco de una canción no se me daba bien, así que seguía siendo importante intentar que se me escuchase.

Por eso Everett decidió marcharse de casa a los veintiún años para mudarse a Los Ángeles, donde sobrevivía con trabajos basura que le permitían dar rienda suelta a su fiebre creativa y devorar los discos de los músicos que formaron parte de sus (exquisitas) influencias, como Prince, Portishead, Nirvana, Bob Dylan, Johnny Cash, Tom Waits, Ray Charles, Liz Phair o Randy Newman.

Un encuentro casual con John Carter (su futuro manager), entonces cazatalentos de Atlantic Records, posibilitó su fichaje por la compañía Polydor y la grabación sus dos primeros trabajos, todavía en solitario: A man called E, cuyo single, Hello Cruel World, tuvo bastante éxito en las emisoras universitarias y alternativas, y Broken Toy Shop que pasó prácticamente desapercibido, Este hecho, junto con los problemas que atravesaba la compañía, provocaron que no se le renovara el contrato.

Poco después, ya como Eels, se produjo el fichaje por Dreamworks Records y el lanzamiento de Beatiful Freak, el disco que les catapultó a la fama, casi por casualidad y sin proponérselo, en pleno apogeo del Grunge y el Rock alternativo. Lamentablemente Mr. E no pudo disfrutar demasiado de la situación a causa del suicidio de su hermana Liz y de su rechazo a los aspectos más comerciales del Show Business.

Me di cuenta de que la gente de mi entorno estaba más preocupada por vender discos que por cualquier otra cosa. Era bueno que la discográfica demostrase interés, sobre todo después de mi experiencia anterior, pero cada vez que oía a uno de los músicos de la banda hablar de la ciudad a la que íbamos como de un "mercado" se me revolvía el estómago... La supuesta cultura "alternativa" trajo consigo una fea constatación: en realidad no era alternativa en absoluto. Estaba a la venta igual que cualquier otro producto comercial. Era una rebelión en contra de nada.

Sus dos trabajos posteriores, Electroshock Blues y Souljacker fueron discos oscuros y difíciles, consecuencia de los efectos que produjeron sobre Mr. E su agitada vida y la enfermedad de su madre. A pesar de las excelentes críticas recibidas, sus cambios de registro de un disco a otro desconcertaban a sus seguidores y la discográfica le presionaba también para que hiciera discos más comerciales, aunque Everett nunca ha sido un artista acomodaticio.

No sólo la discográfica no estuvo especialmente contenta con Souljacker: a muchos de nuestros fans de anteriores discos tampoco les hizo demasiada gracia al principio... Es lo que tienen los fans. Si les gusta algo de lo que haces y no lo repites, a veces se sienten defraudados... ¿Por qué diablos querrá nadie que todo sea igual todo el rato? Uno puede volver a escuchar Daisies of the Galaxy siempre que quiera. No tengo por qué volver a grabarlo... Lo que pasa es que tengo cosas en mi interior que quiero sacar a la luz. Si sólo te gusta un tipo de música, lo siento pero la vida es demasiado corta... Si quieres lo que esperabas ¿por qué no grabas tu propio disco, eh? Déjame a mí que haga el mío.

La trayectoria vital y musical de Mr. E ha continuado siendo, hasta hoy, una montaña rusa con momentos alegres y momentos tristes (los más), siempre con la música presente como válvula de escape, como catarsis contra las penas y los malos rollos. A pesar de todas las circunstancias adversas que se narran (aunque tamién hay espacio para anécdotas divertidas y surrealistas), el libro acaba siendo una una celebración de la vida como algo que, al fin y al cabo, vale la pena experimentar.

Quizá consiga escapar a los demonios familiares, quizá no: no lo sé. Pero puedo decir que estoy orgulloso de haber llegado hasta aquí, y si el viaje acaba aquí... pues no ha estado nada mal. Unos cuantos bajones importantes, pero otros cuantos subidones de cuidado, ¿no? Vuelvo a pensar en lo que dijo mi padre pocos días antes de morir, que había vivido una buena vida... He sobrevivido a las malas rachas y disfrutado de las buenas. En serio, gente. Ahora es cuando de verdad vivo.

Sólo me queda decir que Cosas que los nietos deberían saber es un libro absolutamente recomendable. No se trata solamente de la autobiografía de un músico talentoso, rara avis y fiel a si mismo, sino también de una excelente reflexión sobre los procesos de creación y composición musical y de las dificultades, a todos los niveles, que conlleva el hecho de ser ARTISTA (así, con mayúsculas), esa palabreja tan denostada hoy en día.


Oliver Everett, M. Cosas que los nietos deberían saber. Blackie Books. Barcelona, 2009
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