martes, 24 de abril de 2012

Alabama Shakes, Dios bendiga el Soul




Había oído hablar bastante sobre ellos, pero la primera vez que escuché a los Alabama Shakes fue hace muy poco, apenas 10 días, en un video de una actuación en directo en el Show de David Letterman, donde interpretaban "Hold On". Fue una iluminación: la expresiva voz de la cantante Brittany Howard, el Groove de la sección rítmica y teclado y los fraseos estilo Steve Cropper del guitarra Heath Fogg conformaban un sonido orgánico, cálido, lleno de alma.

El pasado fin de semana su disco de debut "Boys and Girls" alcanzó el Top 1 del "Official Store Record Chart" en el Reino Unido. Y no, no estamos ante el penúltimo Hype procedente de las Islas Británicas: se trata de una banda muy poco glamourosa y de sonido añejo. Es simplemente un disco impresionante que nos devuelve la esencia de un Soul-Rock que podría venir perfectamente empaquetado con el logotipo del sello Stax.

Seguramente algunos los tacharán de revivalistas, que no inventan nada nuevo y bla, bla, bla. Francamente, me la trae al pairo ¿Acaso el buen gusto, la convicción y las raíces son patrimonio exclusivo del pasado?

Y es que "Boys & Girls" tiene ángel, es uno de los trabajos más estimulantes que he escuchado en bastante tiempo: el "duende" de la ya comentada "Hold On", el dramatismo de "I Found You", una "Hang Loose" con ecos de Otis Redding o "Rise to the Sun", precioso medio tiempo donde Brittany Howard podría codearse sin miramientos con las grandes divas del Soul.

Y qué decir de "Be Mine", grandioso tema, que empieza en clave baladística y va progresando hasta el éxtasis en un crescendo rítmico impresionante. 

Podría seguir y seguir pero no. Háganse un favor y corran a escuchar este disco. Es fresco, emocionante, de los que te provocan aquella sensación en el estómago. 

Prodigioso.


domingo, 22 de abril de 2012

Ara és el moment, crónica de la escena Indie en Catalunya



Martí Sales, cantante y guitarra de Surfing Sirles, es el autor de "Ara és el moment", una breve intrahistoria de la pujante escena Indie catalana. Gusten más o menos las bandas que la forman, y más allá del (por desgracia) aún espinoso debate sobre la lengua, dicha escena ofrece una innegable variedad estilística y notable calidad media.

En algún artículo lo comparan con el libro con "Por favor, mátame", que ya sería mucho  comparar, tampoco exageremos. Sí tiene en común con la obra de McNeil y McCain el hecho de tratarse de una historia oral y coral donde los protagonistas de la escena cuentan de primera mano sus experiencias desde diferentes perspectivas.

En este caso los que ponen la voz son Anna Cerdà (responsable del festival popArb), Jordi Llansamà (del sello BCore), Xavier Riembau (del sello Bankrobber), Gerardo Sanz (manager de Antònia Font, Manel y Mishima), David Carabén (cantante de Mishima), Joan Colomo (ex miembro de The Unfinished Simpaty y Zeidun), Artur Estrada (músico y programador) y el crítico musical Luis Hidalgo.

Ciertamente las ocho entrevistas componen un collage de lo más diverso que pone sobre la mesa algunas cuestiones recurrentes en este esquizofrénico entorno musical que nos toca vivir: la inexorable deblacle de la industria musical, la ausencia de presupuestos que repercute directamente en las producciones (que suenan peor que hace 10 ó 20 años), la práctica imposibilidad que los artistas puedan hacer de la música su modus vivendi, el impasse desde la defunción del (mal llamado) "Rock Català" hasta la eclosión de la nueva generación de músicos, las estrategias de los sellos para sobrevivir en tiempos difíciles, el "peligro" que tienen los medios ya sean generalistas o especializados...

En este sentido destaca especialmente la lucidez del periodista Luis Hidalgo:

La prensa es como un bombero inepto, que llega a un sitio cuando el incendio ya lo ha quemado todo. Quedan cuatro rescoldos y ellos intentan recrear ese incendio cuando, de hecho, el incendio ya se ha extinguido. El caso de Manel ha creado una cierta controversia porque ellos, como Pep Guardiola, tienen bastante claro que la prensa puede llegar a ser más un enemigo que un aliado... Como necesitamos héroes, muchos héroes, hemos de crearlos. Y ahora a quien les ha tocado jugar este papel es a los Manel, que están hasta los huevos del tema.

El que tampoco se anda por las ramas es Jordi Llansamà, responsable de BCore, que edita siempre referencias no habituales en otras sellos. Gran amante del Punk y del Hardcore y autor, a su vez, del estimulante libro "Harto de todo", deja clara su postura frente al Mainstream:

Aquello que se entroniza, lo que triunfa, siempre son cosas inofensivas, que no duelen, ni a nivel de sonido ni de letras. Quieren cosas agradables, que no hagan daño ni al oido ni al corazón. Y esto es una putada porque la música no es así... No hay transgresión, no hay ganas de romper con nada... Es como decir que no te gusta Bruce Springsteen... Hay gente que es diferente ¡A ver si lo aceptáis de una puta vez!

También son especialmente interesantes las experiencias de Anna Cerdà, que cuenta las entretelas del Festival popArb, peculiar donde los haya y lugar donde han tomado la alternativa algunos de los grupos que se mencionan en el libro; y de Gerardo Sanz que, después de unos años en de product manager en Polydor primero y luego en Universal, se pasó al management y cuenta sus experiencias en ambos lados de la trinchera.

Pues nada, un libro muy fresco y entretenido, que se lee en un suspiro y que, aún centrado en Catalunya, nos habla de experiencias extrapolables a otros entornos. Recomendado queda, oigan.

lunes, 16 de abril de 2012

The Lifetakers, Sleazy/Glam desde Canadá


The Lifetakers es el nuevo proyecto de Marcus Ireland, el que fuera frontman de Crystal Pistol, una fantástica banda que lanzó en 2005 el disco del mismo título, repleto de buenas canciones entre las que destacaba "Rockstar", un tema sucio y altamente adictivo que nos recordaba a los buenos tiempos del Sleazy.


Por diferentes motivos Crystal Pistol terminaron separándose, por lo que Ireland, junto con diferentes músicos del área de Vancouver (tradicional vivero de buenas bandas como Bachman-Turner Overdrive, Black Mountain o The Black Halos), decidieron formar un nuevo grupo.


Su primer trabajo discográfico, del mismo nombre que el grupo, es un EP de 7 temas lanzado a finales de 2011 y grabado y distribuido de manera independiente. Se trata de un disco interesante, de sonido Sleazy/Glam que contiene buenos temas.


El primer tema es "Oh Nikki", tema corto y directo, lleno de licks de guitarra característicos del Sleazy. Le sigue "Mommy Don't Know", una canción también corta (la mitad de los temas no llegan a los tres minutos)  y que se pega a la primera escucha, como la siguiente, "Bonus", de potente riff de guitarra. El cuarto tema es "Dead Boy", el más "sucio" del disco y con ecos de "Sonic Reducer", de los Dead Boys.


El disco se cierra con "Fake so Real", en la linea de los anteriores; "Flower Piss", la inevitable balada, bastante prescindible si no fuera por un llamativo  solo de guitarra con wha-wha y "Gift Shop", un tema contundente y extraño, con fondo de teclados y efectos de guitarra.


La sensación final es que es un disco notable, de buena entrada y lleno de coros y melodías potentes. Aún así se le nota algo corto de producción, no le hubieran venido mal unas cuantas horas más de estudio y alguna toma adicional en alguna canción donde la voz va un poco fuera de tono.


Ojalá este proyecto se consolide y pueda confirmar en trabajos posteriores las buenas sensaciones mostradas aquí.



domingo, 15 de abril de 2012

Acelerados al máximo: Todo lo que usted siempre quiso saber sobre el Punk pero nunca se atrevió a preguntar



Si algo me ha quedado claro después de leer este libro es que Stewart Home, relativamente conocido aquí por su reciente novela "Memphis Underground", no ha venido a este mundo a hacer amigos. Con fama de "Enfant Terrible" y Punk militante en su juventud, con Home tonterías las justas, sino que se lo pregunten a Greil Marcus, objetivo recurrente de sus puyas durante 170 páginas:


Es una lástima que Greil el Enrollado no sea yonki, porque si se hubiera decidido por ese tipo de pose rebelde se hubiera muerto hace tiempo.


Lo que viene a decirnos Stewart Home, de manera políticamente incorrecta y manejando hábilmente su facilidad para el improperio, es que los análisis más o menos gafapastosos, con Greil Marcus a la cabeza, que se han hecho sobre el movimiento Punk, no se sostienen. Es absurdo, afirma, buscar un halo "Arty" o intelectual alrededor del Punk porque, sencillamente, no lo hay. Partiendo de esta contundente base, Home se dedica a ir destruyendo una por una algunas de las verdades inmutables del Punk. 


Empieza desmontando la teoría que vincula el situacionismo con el Punk, esgrimida, como no, por Greil Marcus en su célebre libro "Rastros de carmín". Continúa relativizando el papel central de los Sex Pistols en el desarrollo del género, cuando tradicionalmente se les ha considerado los abanderados de la movida.Admite que el primer disco de The Clash es excelente pero sus trabajos posteriores le parecen un bodrio y no deja a Joe Strummer en muy buen lugar:


...el hecho de que Joe Strummer hubiera pasado por un colegio privado fue posiblemente de gran ayuda cuando hubo que crear una imagen golfa para el grupo. La falta de contacto de Strummer con la clase obrera significó que no tuvo ninguna vergüenza de reinventarse como caricatura de "gamberro".


Y para terminar, no tiene reparos en reivindicar la pulsión Pop de muchas canciones Punk, tradicionalmente consideradas puro Rock simple y acelerado.


El formato pop de la canción de baile funcionó bien en el innovador género en desarrollo del Punk Rock. Si "Pogo Dancing" jugaba con la relación entre Punk y Pop, "Do the Robot" -de los Saints, en verano del 77- puso de relieve que esta faceta en particular de música innovadora podía también funcionar dentro  de los parámetros del género "Rock".


Dicho esto, construye su propia teoría (aunque quizá sería más propio llamarla anti teoría) sobre el género, en la que prescinde de la mayoría de las vacas sagradas del género para centrarse en bandas relativamente poco conocidas. Posteriormente analiza la deriva del Punk hacia otros subgéneros como el Oi!, el Punk racista o el movimiento Riot Grrrl, en lo que Home denomina una evolución dialéctica Lucha de clases/Lucha de razas/Lucha de sexos.


Aviso para navegantes: que nadie espere un libro del estilo "Por favor, mátame: la historia oral del Punk". Es absolutamente todo lo contrario, aquí no hay testimonios de primera mano, ni anécdotas ni batallitas, ni biografías de bandas, ni entrevistas. A Home todo esto le importa un rábano y no tiene inconveniente en dejarlo claro unas cuantas veces a lo largo del libro.


Es una obra densa y, aunque pretende ser antiacadémica, maneja conceptos complejos sobre teoría cultural y referencias intelectuales de primer nivel. Paradójicamente, al final de la obra Home afirma que no vale la pena perder el tiempo en intentar teorizar sobre el Punk:


Ya con catorce años de edad era lo bastante listo para darme cuenta que el Punk Rock no era algo profundo. Cambiamos pero seguimos siendo los mismos. Los cretinos buscan el sentido de la vida en discos de plástico y los imbéciles lo buscan en tomos de Kierkegaard o Kant, la "inteligencia" es activa y sabe que la cultura que hemos heredado está para manipularse, no para consumirla pasivamente.


Lo dicho, libro difícil, a veces contradictorio pero interesante, que representa una nueva perspectiva sobre el Punk, alejada de tópicos y lugares comunes. No sé si acertada o no, pero desde luego no seré yo quien le lleve la contraria. 

miércoles, 11 de abril de 2012

Anvil: El sueño de una banda de Rock


“Anvil: El sueño de una banda de Rock” es un documental que obtuvo una notable repercusión internacional a partir de su proyección en el Festival Sundance 2008. La mayor parte de la crítica acogió el film con entusiasmo, calificándolo de obra maestra del género. Aquí se estrenó en 2010 y, como acostumbra a pasar con este tipo de films, pasó prácticamente desapercibida.

Con “This is Spinal Tap” y “Some Kind of Monster” (el documental/Reality Show en el que Metallica mostraban sus miserias) como referentes más próximos, “Anvil” aporta el valor añadido de contarnos una historia muy humana y emotiva, que nos muestra el poco glamuroso reverso del Show Business.

El documental empieza en Tokio, 1983, en plena eclosión del Heavy Metal. El grupo canadiense Anvil está a punto de alcanzar la primera división del género y son invitados a participar en el Festival Super Rock, donde comparten cartel con bandas como Scorpions, Bon Jovi o Whitesnake.

25 años más tarde, los dos miembros fundadores de la banda “Lips” Kudlow (voz y guitarra) y Robb Reiner (batería) continúan con el grupo y están a punto de publicar su treceavo disco. Pese a ello, no pueden vivir de la música y trabajan de repartidor en una empresa de catering y en la construcción, respectivamente. ¿Qué ocurrió con Anvil?

Los testimonios de algunos compañeros de profesión (Lemmy, Tom Araya, Scott Ian, Slash...) con los que se inicia el documental son elocuentes: unánimemente respetados y considerados una banda innovadora (precursores del Trash Metal), lo tenían todo para triunfar. A pesar de las buenas perspectivas, nunca consiguieron consolidarse ni comercial ni mediáticamente.

El documental se centra en los esfuerzos de los últimos años de de “Lips” y Reiner para continuar con el grupo. Después de 30 años de carrera y pese a las innumerables penurias sufridas, continúan con la música, confiando aún en conseguir el éxito que les ha dado la espalda.

Una de sus últimas esperanzas es una gira europea, organizada por una fan italiana sin ninguna experiencia previa como manager, que acaba convirtiéndose en un monumento al absurdo. Sus aventuras por los países del este son especialmente delirantes: problemas logísticos de todo tipo, conciertos en locales sórdidos, promotores desaprensivos y, la guinda del pastel, participación en el exótico festival “Monsters of Transilvania”, al que asisten la friolera de 174 espectadores.

Lejos de tirar la toalla, continúan insistiendo y deciden contratar un productor de prestigio (Chris Tsangerides) para que se ocupe del nuevo disco. Para ello han de hipotecarse y recurrir a familiares y amigos para poder financiarlo, lo que provoca nuevos conflictos: peleas en el grupo, negativa de las discográficas a distribuir el disco, tensiones familiares, etc.

Luchando contra todo y contra todos y obligados a autogestionarse, Anvil no tiran la toalla. Finalmente un golpe de suerte los lleva de nuevo a Japón, en una suerte de historia circular, donde se abre una rendija de esperanza para ellos, que les anima a continuar perseverando.

“Anvil” es una obra magnífica cuya principal virtud es una impecable estructura argumental que, aun respetando en todo momento el carácter documental de la obra, utiliza con habilidad algunos recursos narrativos propios del cine de ficción. La experiencia como guionista profesional de Sacha Gervasi, el director, hace que la historia sea mucho más empática y cercana para el espectador.

Pese a tener bastantes puntos Spinal Tap, en ningún momento los personajes resultan caricaturescos, todo lo contrario, algunas escenas llegan a tocar la fibra. De hecho no resulta necesario ni ser fan del Heavy Metal ni conocer a Anvil para identificarse con ellos. Al fin y al cabo, “Anvil” es un relato sobre la vida de dos tipos sencillos que viven por y para la música; un relato sobre la amistad, la fe en uno mismo, la pasión, el compromiso y el espíritu de lucha.

En este sentido el documental contiene algunas lecciones sobre la existencia que pueden resumirse en una reflexión de “Lips” Kudlow casi al final de la película:

Al final lo que realmente cuenta, lo más valioso, son las personas que has conocido, los lugares donde has estado, las experiencias que has tenido… Esto es la vida.


lunes, 9 de abril de 2012

Still Crazy: Nostalgia de los 70



Siempre le he tenido un cariño especial a "Still Crazy" (1998), estrenada aquí como "Siempre locos". Probablemente no sea la mejor producción relacionada con el Rock (a día de hoy "This Is Spinal Tap" es la que se lleva ese honor), pero se trata de una notable y honesta película en clave de comedia, bastante mejor que, por ejemplo, la sobrevalorada "Casi famosos".

La trama gira alrededor del grupo Strange Fruit, banda británica de Hard Rock muy famosa en los años 70 que, después de superar la muerte por sobredosis de su cantante original, termina disolviéndose tras un accidentado último concierto en el festival de Wisbech.

Veinte años después Toni Costello (Stephen Rea) el teclista de Strange Fruit que trabaja como reponedor de máquinas de preservativos, se encuentra con el hijo del que fuera promotor del festival de Wisbech. Su intención es organizar una nueva edición del festival y reunir a los grupos originales que participaron en él, por lo que le propone al teclista que reúna de nuevo a la formación para tan magno evento.

Costello, que se muere de ganas por volver a tocar, contacta con Karen Knowles (Juliet Aubrey), la ex-manager de la banda que trabaja organizando eventos en un hotel, para que le ayude a buscar y convencer al resto de miembros de la banda, la mayoría de ellos alejados del mundo de la música y con trabajos más o menos prosaicos.

Finalmente logran reunir de nuevo al grupo, excepto al guitarra Brian Lovell (Bruce Robinson), hermano del fallecido cantante original, que desapareció del mapa tras la disolución del grupo, por lo que deciden fichar a Luke Shand (Hans Matheson), un guitarra joven que les ayudará a modernizar su sonido e imagen.

Pronto las rencillas, los problemas y las heridas mal cerradas vuelven a surgir en el seno de la banda durante los ensayos. La gira posterior de calentamiento por Holanda, plagada de incidentes Spinal Tap, no mejora mucho las cosas. ¿Conseguirán al final los Strange Fruit vencer su particular maldición?

No revelaré más detalles del argumento, únicamente comentar que estamos ante un film divertido, a ratos bastante emotivo y narrado de manera muy hábil. El cásting resulta absolutamente convincente, y en él brillan con luz propia el gran Bill Nighy en el papel del cantante Ray Simms (registro que repetiría posteriormente en "Love Actually") y Jimmy Nail como Les Wickes, bajista y compositor de la banda. Como anécdota comentar que este último es músico además de actor y apareció como artista invitado en el álbum "We Want Moore" de Gary Moore, dónde cantaba "Rockin' and Rollin'", el tema que cierra el disco.

Los arquetipos de personajes del mundo rockero están especialmente logrados: el cantante medio chalado, ególatra y con afán de protagonismo; el bateria tosco y descerebrado; el compositor tímido que es el alma del grupo pero no se atreve a dar un paso al frente; la manager que intenta poner algo de cordura en un entorno de locos o el técnico de sonido, un veterano sabio y socarrón que lo contempla todo desde la distancia y se conoce al dedillo todas las miserias del grupo.

La puesta en escena raya también a una buena altura y las actuaciones en directo están muy bien filmadas y resultan dinámicas y realistas. Puestos a ponerle algún pero, quizá la película resulte un poco demasiado "amable", pero el tono de comedia, no exenta de realismo, hace que este detalle no empañe el resultado final.

La película estuvo nominada a varios premios, entre ellos el Globo de Oro a la mejor película en la categoría de comedia/musical y a la mejor canción por "The Flame Still Burns". Pese a ello obtuvo un discreto éxito comercial y aquí pasó absolutamente desapercibida.

Si tenéis la oportunidad, no dudéis en verla: es una buena película que os hará pasar un buen rato y sentir una sana nostalgia por aquellos locos años 70.


viernes, 6 de abril de 2012

Fountains of Wayne - "Welcome Interstate Managers"



Es automático: a la que llega el buen tiempo empiezo a ponerme este disco, una de mis (muchas) debilidades personales.

Fountains of Wayne es una formación neoyorkina no excesivamente conocida (fuera de círculos powerpoperos) en Europa pero que goza de una considerable fama en Estados Unidos.

“Welcome Interstate Managers” fue su tercer disco, una obra redonda y perfecto antídoto contra el mal humor, tanto por sus letras, que oscilan entre el costumbrismo, el absurdo de la vida moderna y las historias surrealistas de pilotos despedidos y teléfonos móviles que explotan, como por su música, Power Pop con ecos de Beach Boys, The Byrds, The Beatles y el Pop de los años 60.

Temas guitarreros como “Mexican Wine”, “Stacy’s Mom”, “Bright Future in Sales”, “Little Red Light”, o “Hey Julie” son perfectos para comenzar el día con buen pie. También podemos encontrar medios tiempos como “Supercollider” o baladas deliciosas como “Hackenshack”, “Valley Winter Song” o “Yours and Mine”. Se atreven incluso con los aires vacunos, como “Hung Up on You”, un soberbio tema Country-Pop, con piano honky tonk y steel guitar, como mandan los cánones, que parece facturado directamente desde Nashville.

En definitiva, un gran disco que transmite buen rollo a raudales, ideal para el verano y que representa toda una invitación a la vida, como ellos mismos reconocen en "Mexican Wine":


The sun still shines in the summer time
I'll be yours if you'll be mine
I tried to change but I changed my mind
Think I'll have another glass of mexican wine



jueves, 5 de abril de 2012

Black Box Revelation. Sala Music Hall, Barcelona. 04/04/2012



Agradable sorpresa nos hemos llevado con Black Box Revelation, una banda prácticamente desconocida para mí y que me ha dejado un grato sabor de boca en su concierto de hace unas horas en la fiesta del primer aniversario de la Sala Music Hall.


Procedentes de Bélgica, este dúo de Garage Rock sigue la senda de bandas como los recientemente disueltos The White Stripes o los celebérrimos The Black Keys: blues asfixiante, toques de psicodelia y rock directo, sin artificios, directo a la yugular.


A pesar de ser relativamente poco conocidos aquí, tienen ya un sólido background; en activo desde 2005, han publicado tres discos: "Set Your Head On Fire", "Silver Threats" y "My perception", gran disco que algunas publicaciones incluyeron entre los mejores del año pasado.


Se han pateado también escenarios de medio mundo ejerciendo de teloneros de bandas como Eagles of Death Metal, The Raveonettes (con los cuales estuvieron ya por aquí hace algún tiempo) o, más recientemente, Jane's Addiction, con quienes han estado girando USA y Canadá durante febrero y marzo pasados.


El de ayer fue un concierto corto, apenas cincuenta minutos y un único bis, pero ciertamente intenso. Salieron a matar, sin ninguna contemplación, en una sala prácticamente llena, que al principio estaba un poco a la expectativa y que se ha ido caldeando a medida que transcurría el concierto, para acabar rendida ante la energía y entrega de la banda.



La verdad es que resulta prácticamente imposible no ponerse a saltar como un poseso con los infecciosos Riffs, alguno con reminiscencias de Black Sabbath, y el Fuzz a tope de Jan Paternoster (no se si es un pseudónimo, pero si es real tiene su coña el apellido...) y la contundencia  del batería Dries Van Dijck (esos ritmos con el goliat...). Frescos y directos, si tuviera que definirles con dos palabras.


Han repasado algunas de sus canciones más conocidas, como "High on a Wire", "My perception" o "Love Licks," aunque sin duda uno de los temas más destacados ha sido "I Think I Like You", que empieza con un ritmo de batería empastado, estilo Glam, y unos licks de guitarra contagiosos que se te adhieren al cerebro y de la que empiezas a tararear el estribillo casi sin darte cuenta.


Habrá que seguirles la pista a estos belgas, a poco que tengan un pelín de suerte, podrían ser "The Next Big Thing".


Mientras tanto, disfrutemos de este temazo...


miércoles, 4 de abril de 2012

Mark Lanegan. Sala Apolo, Barcelona. 02/04/2012


Mark Lanegan se está convirtiendo en un habitual de las salas de conciertos de Barcelona. En los últimos años ha actuado tres veces: con los Soulsavers en Noviembre de 2009, en solitario y formato acústico en mayo de 20010 y en su dúo con Isobel Campbell en noviembre de ese mismo año.  En su cuarta visita venía a presentar "Blues Funeral", su nuevo trabajo en solitario desde el ya lejano "Bubblegum" (2004), bastante orientado hacia la electrónica como ya ocurría en su colaboración con Soulsavers.

Con una sala Apolo casi llena, como viene siendo la costumbre en sus actuaciones, abrió la noche "The Creature with the Atom Brain", una banda belga con una propuesta bastante atractiva, de estilo Stoner Rock, que dejó un buen sabor de boca.

El concierto de Lanegan empezó con una enérgica "Gravedigger's Song",de "Blues Funeral", mucho más orgánica y menos electrónica que en el disco, "Sleep with Me" y "Hit the City". El sonido en esta parte inicial concierto fue un tanto deslavazado y algo bajo de volumen, aunque luego fue mejorando a lo largo del concierto.

"Blues Funeral" sonó casi al completo, con excepción (incomprensiblemente) de "Bleeding Muddy Water", pese a que se trata (en mi opinión) del mejor tema del disco. Fueron cayendo temas también de anteriores trabajos, como "Resurrection Song" o "One Way Street", de "Field Songs" e incluso sonó "Crawlspace" de su etapa con los Screaming Trees.


Después de una hora y veinte de actuacíón Lanegan presentó a la banda y se despidió, para volver al poco rato para un único bis de tres canciones: "Harborview Hospital", "Pendulum", de lo mejorcito de la noche y único tema de "Whiskey for the Holy Ghost", y el final con "Metamphetamine Blues".

No ha sido, para mi gusto, su mejor concierto. A pesar de que su voz suena fantástica, un sonido mejorable, una banda "normalita" y un setlist, como mínimo, discutible lastraron un poco la actuación. A pesar de ello siempre resulta un placer ver a un frontman heterodoxo como Lanegan: poco comunicativo, hierático y que no hace una sola concesión al público pero de magnetismo indiscutible y al que resulta fascinante ver concentrado, agarrado al pie de micro como si le fuera la vida en ello.

martes, 3 de abril de 2012

Glam & Celuloide (II)



Tal y cómo comentamos en la anterior entrada, vamos a hacer un breve repaso a algunas de las películas relacionadas con el Glam, como "The Rocky Horror Picture Show", "Velvet Goldmine" o "Hedwig & The Angry Inch".

The Rocky Horror Picture Show (Jim Sharman, 1975)


El de esta película es un caso singular en la historia del cine: un film que fue un fracaso comercial pero que se ha convertido en una obra de culto. Treinta y cinco años más tarde mantiene una frescura envidiable y aún se proyecta en todo el mundo en sesiones golfas, en las que legiones de fans celebran auténticas fiestas.

Rocky Horror es una comedia deliciosa, absolutamente loca y marciana que podemos considerar como una especie de Remake festivo de “Frankenstein”. Tiene su origen en una obra de teatro dirigía por el mismo Jim Sharman, que se estrenó en Londres en 1972, en plena eclosión de la escena Glam. Ante la buena acogida se realizó la versión cinematográfica, estrenada tres años mas tarde, que no tuvo el éxito esperado.

La película se inicia con los títulos de crédito presididos por una enorme boca pintada, imagen que se ha convertido en todo un icono. La trama gira alrededor de la llegada por accidente de Janet (Susan Sarandon) y Brad (Barry Bostwick), una joven e inocente pareja de recién prometidos, a la mansión del Dr. Frank N Furter (Tim Curry), un científico travestido y alienígena que está a punto de dar vida a su creación, Rocky Horror, el hombre perfecto que ha de servirle de juguete sexual.

A partir de aquí el film nos ofrece una serie de escenas musicales inolvidables, donde un extraordinario Tim Curry (en el papel de su vida) se convierte en amo y señor de la función con su vozarrón y gestualidad.


Temas como “Sweet Transvestite”, “The Time Warp”, “I Can Make You a Man”,  “Don’t Dream it, Be it” o “Hot Patootie” (con el cameo de un Meat Loaf aún poco conocido) son toda una fiesta.





La película es toda una invitación a disfrutar de la vida y del sexo, cosa de la que pueden dar fe los beatos y reprimidos Brad y Janet, que son seducidos, primero el uno y luego la otra, por el perverso Frank-N-Furter, con pocas manías en este aspecto.

El tiempo ha hecho justicia con esta notable película, que se ha convertido por méritos propios en una obra clásica y que, como mínimo, habría que ver una vez en la vida.


Velvet Goldmine (Todd Haynes, 1998)


El siempre interesante Todd Haynes llevó a la pantalla una recreación de la escena Glam que funciona como homenaje a la época dorada del género.

El catalizador de la historia es el periodista Artur Stuart (Christian Bale) que recibe el encargo de escribir un artículo sobre el décimo aniversario de un incidente protagonizado por el músico Brian Slade (Jonathan Rhys Meyers), en el que simuló su propio asesinato durante un concierto.

Esta investigación rememora en el periodista episodios de su vida (algunos traumáticos), pues él mismo fue un gran fan de Brian Slade y descubrió en su música una manera de encontrar su propia identidad.

La película tiene un inicio un tanto, digamos, lisérgico, en el que se revela que Oscar Wilde, en realidad, era un extraterrestre y el padre espiritual del Glam (¿guiño a Ziggy Stardust?).

A partir de un formato de falso documental, donde diferentes personas que lo conocieron nos hablan sobre Slade y siguiendo una estructura de nacimiento, auge y caída, el film va narrando la trayectoria artística y personal del músico, que van entrelazándose con las vivencias del periodista durante la época.

El punto de inlexión de la historia es el encuentro entre Brian Slade y Curt Wild (una recreación de la tormentosa relación entre Iggy Pop y Bowie), que cambiará para siempre la vida del primero.

El cásting es de primera categoría: el siempre carismático Rhys Meyers hace una notable composición de su personaje; Toni Colette (en el papel de la esposa de Slade), está excelente en un registro alejado de sus papeles habituales. Christian Bale hace un papel muy creíble y lleno de matices. Pero el que se lleva el gato al agua es Ewan McGregor, simplemente espectacular. Únicament hay que ver su actuación en “TV Eye”, en la que da vida a un Curt Wild/Iggy Pop absolutamente arrollador y sin caer en ningún momento en la sobreactuación o la parodia involuntaria.



La banda sonora (coordinada por Michael Stipe, de REM) es de primer nivel y en ella se combinan canciones originales de la época (Roxy Music, Lou Reed, T. Rex), bandas actuals (Pulp, Placebo) y grupos formados exclusivamente para la ocasión, como Wilde Rattz y Venus In Furs, compuestos por componentes de grupos como Suede, Mudhoney, Radiohead o Sonic Youth.

Resumiendo, gran película que ilustra con mucho realismo la filosofía y el impacto que tuvo la escena Glam en su momento.

Hedwig and the Angry Inch (John Cameron Mitchell, 2001)



Al igual que en el caso de “The Rocky Horror Picture Show”, “Hedwig and the Angry Inch” fue originalmente una obra de teatreo, un musical Rock estrenado en 1998 que causó un gran impacto en el circuito Off Broadway.

Creado por John Cameron Mitchell y Stephen Trask, ellos mismos fueron los encargados de la adaptación cinematográfica, animados por la productora Killer films, curiosamente la misma que anteriormente había producido “Velvet Goldmine”.

El film explica la historia de Hedwig (John Cameron Mitchell), un chico del Berlín este que se somete a una operación de cambio de sexo (que no acaba de ir muy bien) para poder casarse con un soldado norteamericano, cruzar el muro y emigrar a Estados Unidos.

Abandonada por su marido, Hedwig decide crear un grupo de Rock, al cual incorpora a Tommy Gnossis (Michael Pitt), su amante y discípulo. Al cabo de un tiempo Tommy abandona a Hedwig y se convierte en una estrella del Pop, gracias a las canciones que le roba a Hedwig, y se dedica a girar por todo el país con gran éxito.

Hedwig, con su grupo The Angry Inch (que hace referencia a su fallida operación de cambio de sexo) decide seguir a Tommy en su gira, dando conciertos en restaurantes y tugurios de mala muerte, para reivindicar la autoría de las canciones. A través de dichos conciertos y de diferentes flashbacks, iremos conociendo toda la vida de Hedwig.

Las dos patas sobre las que se sostiene toda la película son, por un lado la impresionante interpretación de John Cameron Mitchell, de una fuerza y convicción que traspasan la pantalla, además de ser un notable cantante, con un timbre de voz que recuerda a un Lou Reed primigenio. Por otro lado, el buen trabajo en la banda sonora de Stephen Trask (que en la película interpreta el papel de Skszp, el guitarra de los Angry Inch) con grandes canciones como “Angry Inch”, “Tear Me Down” o “Little Wicked Town” o la preciosa "Origin of Love", con reminiscencias de Lou Reed, Iggy o Bowie.



La verdad es que “Hedwig” es una excelente película, original, profunda y sensible, que habla sobre el amor y sobre las ansias de una persona obsesionada en encontrar su otra mitad. Un film redondo y muy recomendable. 

domingo, 1 de abril de 2012

Glam & Celuloide (I)


Aprovechando el 40 aniversario de la publicación de “Ziggy Stardust” (publicado por primera vez en junio de 1972), vamos a dedicar un par de entradas al Glam y a su relación con el mundo del cine.

Lo que conocemos como Glam Rock es un movimiento estético y musical surgido en el Reino Unido durante la primera mitad de los años 70. Musicalmente no se trata de un género sofisticado y, por tanto, está muy alejado del exhibicionismo instrumental característico de los dinosaurios de los 70. Muy rítmico, con énfasis en la percusión y en el riff, melódicamente cercano al Pop y, a menudo, con arreglos de cuerdas y/o piano.

A pesar de que su vida fue corta (1970-75), se trata posiblemente de uno de los movimientos más originales del Rock. Quizá no tanto en el aspecto musical, que también, sino por su dimensión ética y estética.

Visualmente muy llamativo, el Glam buscaba la provocación a través de una puesta en escena muy teatral, en la que el maquillaje, la lencería, el fetichismo y las botas de plataforma tenían un papel primordial.

Detrás de todo ello se escondía una actitud de reivindicación de la diversión, del hedonismo, de la ambigüedad sexual y la desinhibición... En definitiva, lo que se buscaba era la sensación de “liberación” en una Sociedad como la británica, formalmente muy “correcta” pero absolutamente encorsetada y reprimida en muchos aspectos que, además, estaba empezando a notar los primeros estragos de la crisis del petróleo. En este sentido podemos considerar el Glam como un antecedente directo del Punk, con el que tiene algunos elementos en común.

Los padres del movimiento Glam fueron, sin duda, por un lado Marc Bolan y su grupo T-Rex, autores de la trilogía "Electric Warrior" (1971), "The Slider" (1972)  i "Tanx" (1973), imprescindibles per entender la eclosión del género; y por otro lado David Bowie, que publicó en 1972 “The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars”, piedra angular del género y obra maestra en forma de disco conceptual, que narra la llegada a la tierra de un extraterrestre andrógino y bisexual que se convierte en una estrella del Rock.

La huella de Bowie también se deja notar en otro de los grupos representativos de la época: los Mott the Hoople de Ian Hunter, pues fue productor del excelente “All the young dudes” (1972) y compositor de la canción del mismo título, que se convirtió en un hit y en un tema clásico de la historia.



Finalmente hay que mencionar también a artistas como Gary Glitter, Sweet, Slade o Suzy Quatro, que contribuyeron al éxito del Glam con un puñado de buenos discos. También podemos mencionar a los primeros Roxy Music y a la ELO que, aunque una orientación claramente más Pop, también hicieron suyos los postulados del Glam.

El Glam fue un movimiento genuinamente británico, principalmente por lo comentado anteriormente, y que fuera del Reino Unido no tuvo demasiada repercusión, exceptuando los casos de Lou Reed y The Stooges. Bajo la tutela del propio Bowie (la relación entre ellos se explica en “The Sacred Triangle”, documental que ya se comentó por aquí) y el impagable trabajo de Mick Ronson como arreglista, crearon “Transformer” (1972) y “Raw Power” (1973) respectivamente, dos trabajos infravalorados en su momento y hoy en día consideradas obras maestras.

También cabe referirse a los New York Dolls, que mezclaron una estética Glam con una actitud y sonido que anticipaban la posterior eclosión del Punk, a Alice Cooper (Glam "avant la lettre", el pionero en esto del maquillaje y la vestimenta estrafalaria) y Kiss.

El cine ha tratado ampliamente y con enfoques diversos la cuestión de la ambigüedad sexual. En Hollywood con películas como “Con faldas y a lo loco” (Billy Wilder, 1959), “Victor o Victoria” (Blake Edwards, 1982), la excelente “Juego de lágrimas” (Neil Jordan, 1992), “Priscilla” (Stephan Elliot, 1994), “Ma vie en rose” (Alain Berliner, 1997), la impactante “Boys don’t cry” (Kimberly Peirce, 1999) o “Transamerica” (Duncan Tucker, 2005), por poner sólo unos ejemplos.

Curiosamente ha habido muy poco interés por un género con grandes posibilidades visuales y narrativas, por lo que la producción cinematográfica directamente relacionada con el Glam es escasa, aunque muy interesante.

En el próximo post hablaremos de ello.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...