lunes, 7 de diciembre de 2009

La última década según New Musical Express



Si hace unos días hablábamos del 25 aniversario de Rockdelux, hoy toca hacerlo de NME, la bíblia de los hypes del Britpop, que en su último número de noviembre lleva a cabo también un repaso de la década musical 2000-2009 a través de un Top 50 de discos y diversos artículos de fondo, donde se comentan los aspectos más significativos de este periodo.

Los diez trabajos más destacados de la década serían: Is This It, de The Strokes; Up The Bracket, de The Libertines; XTRMNTR, de Primal Scream; Wathever People Say I Am... de Arctic Monkeys; Fever to Tell, de Yeah Yeah Yeahs; Stories From The City..., de PJ Harvey; Funeral, de Arcade Fire; Turn On the Bright Lights, de Interpol; Original Pirate Material, de The Streets y, finalmente, In Rainbows, de Radiohead que, junto a White Stripes, Arcade Funeral y Libertines, han colocado dos discos en el Top 50.

En principio el Top 10, conociendo la linea editorial de la revista, es bastante lógico aunque no deja de sorprender encontrarse con tres bandas norteamericanas y una canadiense ya que NME suele "barrer para casa" y en estos 10 años han surgido muchos grupos de las Islas Británicas que hubieran podido estar ahí. La lista de RockdeLux y la de NME son bastante coincidentes y muchos nombres (Wilco, LCD Soundsystem, The Avalanches, Arcade Fire, The White Stripes, M.I.A., Outkast) se repiten en ambas publicaciones (en distintas posiciones), aunque en general Rockdelux se decante más hacia sonidos de vanguardia y electrónicos y NME por el Pop y el Rock británicos.

Otros elementos que llaman la atención de la lista son por un lado la ausencia casi total de artistas clásicos o veteranos, exceptuando el American IV: The Man Comes Around, de Johnny Cash, que suena más a homenaje que a otra cosa, (aunque quízá Primal Scream, Spiritualized y The Delgados pudieran entrar ya en esta categoría); por otro lado la inclusión de Songs for the Deaf, de Queens of the Stone Age y Relationship of Command, de At-The Drive In, una concesión a sonidos más "duros" que no es muy habitual en NME y, finalmente, la inexplicable ausencia de Franz Ferdinand, uno de los grupos más interesantes de la actualidad y con una trayectoría, vista en perspectiva, más destacada y consistente que, por ejemplo, The Klaxons o Bloc Party que sí aparecen en el Top 50.

En cuanto a los artículos de fondo, a pesar de no ser muy extensos, son bastante interesantes:

En The Casablancas Generation se analiza el impacto de la aparición de The Strokes con el excelente Is This It, disco buenísimo y adrenalínico que desgraciadamente no tuvo continuidad, y la influencia de su sonido y actitud en bandas posteriores como The Libertines o Arctic Monkeys. NME se deshace en elogios hacia la banda que personalmente comparto al 100%.

The Strokes were not always perfect: their interviews were often boring as fuck, their second album was flawed. But what they encapsulated and gave back to us for that first amazing couple of years was that sense of rock'n'roll being a 24-7, living-for-the-moment lifestyle choice comprised of clothes, fucking, snorting, drinking, dancing and great records in equal mesure... The Strokes' gift to the world was to make it fall in love with rock'n'roll once again...

Sound of the Overground hace un repaso del pop de consumo masivo y de cómo, gracias al trabajo de productores/compositores como Xenomania, Timbaland o The Neptunes, que se han arriesgado a la hora de tomar elementos de la electrónica, del Hip-Hop o de las tendencias Dance más novedosas, se han creado canciones comerciales pero con un estándar de calidad bastante alto.

En Getting with the Programme se constata la paradoja de que, a pesar de la práctica desaparición de la música en la televisión (Top of the Pops y CD:UK ya no se emiten, la MTV cada vez dedica menos espacio a la música), la aparición de programas de comedia como The Mighty Boosh o Flight of the Conchords o la inclusión de música Pop y Rock en la banda sonora de series como The Wire, Entourage, Skins, The OC o Grey's Anatomy, implica que en muchos casos la música funcione como un aspecto clave en su desarrollo y acaben llegando al gran público de una manera, incluso, más eficaz que en espacios específicamente musicales.

The emotional resonance and inherent drama of music is now being used as a vital part of visual storytelling and has finally started to be taken seriously... Rather than being the decade music TV died, it's the decade TV became a lot more rock'n'roll -and sophisticated in doing so.

Everybody's gone surfing no ofrece nada nuevo bajo el sol: se realiza el inevitable análisis de la influencia de internet (con nombres como Napster, Twitter, YouTube, Spotify, MySpace o Facebook) respecto al consumo y producción de música y a los nuevos canales de relación entre las bandas y su público.

Por su parte, Terrorised Sounds es una interesante reflexión sobre de qué manera se reflejó el 11-S en el mundo de la música. La conclusión de la revista es bastante contundente: quitando algunas excepciones, todo lo que se compuso acerca de ello fue basura. El artículo termina con una recomendación que no deja lugar a dudas sobre su posición:

See, we'd never suggest our musicians should be apolitical and it's a basic principle of all great art to comment on the influence of the world around you. But it would be helpful for musicians to remember that they're rarely the kind of intellects that can understand the complexities of foreign policy and often just idiots with guitars and drug habits.

En Friends (?) reunited se repasan las principales giras de "reunión" de bandas desaparecidas, como Led Zeppelin, Rage Against the Machine, Blur, The Stooges, etc. desde una perspectiva bastante cínica y descreida:

Of course no-one who checked the likes of Dinosaur Jr, Sex Pistols, Smashing Pumpkins or Gang of Four off of their things-to-see-before-you-die list could then turn aorund and criticise them for giving it a go again. But more broadly, reunions have become a symptom of the creeping conservatism that's now taken hold over our generation... Consumer-culture has fulfilled a lot of our wishes, but as ever what we want isn't the same as what we really need.

Finalmente, Sex, Drugs and Red Tops es una reflexión del papel de los tabloides británicos (The Sun y compañía) en el proceso de construcción de la imagen de los músicos famosos que, mediante un determinado tratamiento de los escándalos (con Amy Winehouse y Pete Doherty en el Top 1 ex aequo), crea una falsa mitología que acaba retroalimentando al mundo de la música.

Once more, the tabloids were in thrall to a scen which had music at its beginning but mere fame as its end, and their gossip columnists camped out among the faux-urchins. The consequence of this spectacle for "Indie" music was that you no longer had to actually be a talented, cool musician to be a success, you just had to appear to be one... Sadly, it seems this is the model established for many British bands now, where the driving force behind writing songs is no frustration or desperation or inspiration, but simply to attain the lifestyle of "Being In A Band".

Ahora toca esperar la habitual avalancha de listas con "lo mejor del año" que publicarán en breve todas las revistas musicales. Supongo que alguna la comentaremos por aquí...

martes, 1 de diciembre de 2009

About a Boy: La joya pop de Nick Hornby


Me gusta hablar de la música y el cine porque son importantes para mí, y estoy seguro de que también para mucha gente. Describir el mundo contemporáneo sin hacer referencia a la música y al cine es imposible.

Así calificaba Nick Hornby en una entrevista su universo literario, que se refleja en un estilo de escritura fresco, directo y muy vinculado a la cultura pop, sobre la cual giran la mayoría de sus novelas.

Hornby se convirtió en un escritor conocido a partir de sus novelas "Fiebre en las gradas" y "Alta fidelidad", que son el reflejo de dos de sus obsesiones vitales: el fútbol y la música. Aprovechando el tirón del escritor, Anagrama reeditó hace un año una novela de 1998, "Un gran chico" (About a Boy), que fue originalmente publicada por Ediciones B con el título "Érase una vez un padre". 

Desgraciadamente ninguno de los títulos en castellano (ambos infames, para qué negarlo), respeta el juego metalingüístico de Hornby que, con el título original, hacia un guiño a la canción About a Girl, de Nirvana.

Y es que Nirvana, concretamente Kurt Cobain, es el catalizador  de la historia, protagonizada por una figura ya arquetípica en el imaginario literario del autor: el del adulto cerca de los 40 con alergia a cualquier cosa que huela a compromiso o a las responsabilidades de la "madurez", síndrome conocido como "de Peter Pan", que el género femenino encuentra especialmente exasperante. 

En un artículo publicado en "Libertad Digital" (todos tenemos nuestras perversiones...) con motivo de la publicación de Juliet Naked, la última novela de Hornby, se referían a los síntomas de dicha patología como ...el temor al compromiso sentimental y, sobre todo, la obsesión de muchos señores por el Rock'n Roll, un cordón umbilical que los mantiene conectados a la juventud perdida. Como es un tema que me toca la "fibra" (¿es que a los 40 solo te puede gustar Phil Collins? Francamente, preferiría morir descuartizado) lo voy a dejar aquí...

Como iba diciendo, el protagonista de la novela es Will, un vividor de 36 años adicto a las faldas, a las nuevas tendencias y comprador de New Musical Express y The Face, que no ha pegado un palo al agua en su vida gracias a un golpe de suerte: es el heredero de los derechos de una canción navideña (Santa's Super Sleigh) que compuso su padre, del estilo de las que por estas fechas hemos de soportar ad nauseam. Por un capricho del destino conoce a Marcus, un preadolescente inadaptado en la jungla londinense, hijo de una hippy divorciada, ligeramente chiflada y fan de Joni Mitchell.

Por una mera cuestión de supervivencia (salir del instituto sano y salvo es su objetivo diario) Marcus decide convertir a Will en una especie de padre adoptivo que le guie por la senda de lo Cool, le instruya en gustos musicales juveniles y evite que vaya vestido como un espantapájaros, cosas para les que Will está especialmente dotado.

Marcus necesitaba ayuda para ser un chico, no un adulto. Y por desgracia para Will, ésa era exactamente la ayuda que estaba en inmejorables condiciones de proporcionar. No sería capaz de decirle a Marcus cómo debía madurar, cómo apañárselas con una madre que tenía tendencias suicidas ni nada por el estilo, pero sí podía explicarle que Kurt Cobain no juega a fútbol en el Manchester United. Y para un chico de doce años que iba al colegio a finales de 1993, ésa tal vez fuera la información más importante de cuantas podía recibir.

Así, en frío, hay que reconocer que el argumento no es precisamente muy prometedor e invita a la huida inmediata; la realidad es que se trata de una novela muy divertida: amable pero cáustica, tierna aunque con toques amargos, de chispeantes diálogos y personajes muy creibles.

Hornby, ademas, demuestra tener un gran capacidad de observación y el texto acaba convirtiéndose en un fresco de la sociedad inglesa de mitades de los 90 y de los usos y costumbres de esa época. Las referencias musicales son constantes: Paul Weller, David Bowie, el Acid House, Snoop Doggy Dog, Pet Shop Boys, Nirvana... Así como las televisivas: Home and Away, Neighbours (dos culebrones australianos que causaron furor en el Reino Unido), Countdown (el "Cifras y Letras" brítánico), "La ley de los Ángeles", "Policías de Nueva York", etc. En definitiva, se trata de una obra recomendable y muy entretenida, de lo mejor de Hornby junto con "Alta Fidelidad".

"Un gran chico" fue adaptada al cine en el 2002 con otro título abominable: "Un níño grande" y la verdad es que, contra todo pronóstico y a pesar de la presencia de Hugh Grant (que si de mi dependiera estaría encarcelado en la Torre de Londres hasta el día del Juicio Final) no está mal, aunque no llega, ni de  lejos, a la altura de "Alta Fidelidad", la excelente adaptación protagonizada por un gran John Cusack.
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