lunes, 10 de septiembre de 2012

Bobby Liebling, el hombre congelado



Pentagram son como el cavernícola encontrado en los Alpes Suizos... Un especimen con el ADN activo, Bobby Liebling es ese hombre congelado

Así define Ian Christe, autor de "El sonido de la bestia", a Bobby Liebling, al inicio de "Last Days Here", el documental sobre la vida del cantante de Pentagram. Pioneros del Doom e inspiradores del Stoner Rock, Pentagram son una oscura banda de culto de principios de los 70 con una trayectoria muy errática y que no publicó un LP hasta mitades de los 80.

Buena parte de la culpa del escaso éxito de Pentagram recae en Liebling, un tipo tan talentoso como voluble, perfeccionista e inseguro. Con 56 años, enganchado al crack y a otras drogas, Liebling vive en el sótano de casa de sus padres en Philadelphia, encerrado en su mundo y pensando en lo que pudo haber sido y no fue. Por suerte para él, Paul "Pelle" Pelletier, coleccionista de rarezas musicales y colaborador de un sello discográfico, descubre un disco de Pentagram en una tienda de 2a mano y queda fascinado por lo que oye. Logra contactar con Liebling y se convierte en su amigo, primero, y luego en su manager, decidido a conseguir que Liebling vuelva a los escenarios. 

"Last Days Here", dirigido por Don Argott y Demian Fenton, Es similar a "Anvil: The Story of Anvil", una historia de superación personal y de lucha contra la adversidad. En ambos casos la historia gira básicamente alrededor de las personas y sus circunstancias, quedando la música en un segundo plano. Los protagonistas podrían ser carpinteros, carteros u oficinistas, en este caso lo más importante es la vertiente humana.

La estructura narrativa de "Last Days Here" respeta la ortodoxia del género: Pelletier actúa como hilo conductor de la historia, en la que van apareciendo los testimonios de sus padres, ex-compañeros de grupo, periodistas, etc. Aunque también, como "Anvil...", la manera en que se cuenta la historia se asemeja a una obra de ficción, estrategia que logra que el espectador empatize con los protagonistas, independientemente de que sea seguidor del Rock Duro.

La película no ahorra detalles escabrosos y Liebling aparece inicialmente como un ser patético, disfuncional y que apenas puede valerse por sí mismo. Las escenas en que busca un pedazo de crack debajo del sofá, muestra sus brazos heridos convencido de tener una infección parasitaria o cuando intenta firmar un documento en el que se compromete a no tomar drogas mientras sostiene un cigarro de crack son impactantes.

Los testimonios de ex compañeros de Liebling, como Greg Mayne o Geof O'Keefe, son cariñosos, a pesar de reconocer que era muy difícil trabajar con él, siguen manteniendo gran admiración por su talento. Son también graciosas las anécdotas sobre su fallido encuentro con Paul Stanley y Gene Simmons (Kiss), que encuentran a Pentagram poco glamurosos para ser dignos de colaborar con ellos o la grabación de la demo que les podía haber llevado a la fama y que se fue al traste por el perfeccionismo de Liebling.

Todo ello, junto con la sinceridad con la que los directores abordan el documental, hace imposible que uno no se identifique con Liebling en la lucha contra sus demonios personales. Como también es imposible no sentir admiración por los denodados esfuerzos de Pelletier que, cual Sísifo, cada vez que está a punto de llegar a la cima de la montaña empujando la piedra, Liebling se las arregla para hacerlo caer y vuelta a empezar.

Documental emocionante, sensible (que no sensiblero) y que demuestra que nunca se puede decir que es demasiado tarde. Tal y cómo dice el propio Liebling casi al final de la película:


Estoy vivo, eso es algo que nunca esperé.



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