domingo, 29 de noviembre de 2009

¿Una teoría del Rock?



La música popular contemporánea (lo que entenderíamos como rock y pop) es, indudablemente, uno de los fenómenos culturales más excitantes de la segunda mitad del s. XX y, en mi opinión, está al mismo nivel que el cine, la literatura o el arte. A pesar de que tradicionalmente ha sido considerada como algo propio de la llamada baja cultura, hoy en día no tiene demasiado sentido establecer jerarquías culturales, como comentaba en un post anterior. Del mismo modo, pues, que existen estudios y teorías literaria, artística y cinematogràfica, parece lógico pensar que debiera existir también una disciplina que se encargara específicamente de estudiar este género, que únicamente y de refilón ha sido abordado por la teoría cultural; variadas y poderosas razones habría para ello.

Por su valor intrínseco: la música produce placer y desde siempre ha sido un elemento básico para proporcionar diversión, entretenimiento y, también, reflexión. Su evolución, además, la ha convertido en un fenómeno dinámico y digno de estudio por su capacidad de diversificación y adaptación, sobre todo a partir de la introducción de avances tecnológicos: electrificación/amplificación de los instrumentos, creación de aparatos capaces de generar nuevos sonidos (sintetizador, sampler, etc.), incorporación de medios digitales, etc.

Por su papel como medio de comunicación: En muchas ocasiones la música se ha convertido en un altavoz para denunciar problemas y expresar inquietudes de determinados colectivos. La música negra de los años 60 y principios de los 70 sería un referente muy claro: Aretha Franklin y su canción Respect; James Brown cantando Say it Loud, I’m Black and I’m Proud; Marvin Gaye enfrentándose a su compañía, que se negaba a publicar su obra maestra What’s Going On por ser demasiado “comprometida” (aunque paradójicamente fue el disco más vendido de Motown en toda su historia); Sly and The Family Stone, con su disco There’s a Riot Going On o Curtis Mayfield con Superfly. Todos ellos denunciaron la marginación que sufría la población negra durante esa época y fueron un elemento clave en la lucha por los derechos civiles.

Otro referente más cercano es el Hip-Hop, sobre el que el periodista Juan Pascual, a principios de los años 90, afirmaba en la revista "RockdeLux":

“Es habitual atacar al Rap por sus connotaciones violentas, adaptando esa idea tan extendida de matar al mensajero cuando no nos gusta lo que dice en vez de intentar entender su mensaje. Un mensaje necesariamente poco agradable si tenemos en cuenta la realidad cotidiana que pretende reflejar; unos cuantos datos: entre los hombres de raza negra de entre 16 y 34 años, el asesinato es la principal causa de muerte, generalmente a manos de miembros de su propia raza. La mitad de la población reclusa de los Estados Unidos es de raza negra. El impacto del paro, la pobreza y las drogas afecta enormemente a la estructura familiar, base tradicional de los valores de la comunidad y clave para su supervivencia”.

Así pues, la música ha funcionado también como una especie de “telediario” (siempre es bueno buscar alternativas a la Fox...) que permite saber, parafraseando a Marvin Gaye, qué está pasando.

Por ser un motor de cambio: la música ha actuado a menudo como catalizador de cambio o conflicto social: la eclosión del Rock'n Roll, personificada en la actuación televisada de Elvis Presley en el programa de Ed Sullivan, produjo un impacto brutal en la conservadora sociedad norteamericana. “El efecto que el Rock’n Roll produce en los jóvenes es el de convertirlos en adoradores del diablo, en el de estimular su expresividad a través del sexo". De esta manera se expresaba (y no se rían, que lo decía en serio) en 1956 el reverendo Albert Carter, uno de los máximos dirigentes de la Iglesia Pentecostista americana.

El final de la II Guerra Mundial originó un conflicto moral, provocado por el tránsito de una sociedad rural a una sociedad urbana y por el deseo de independencia de los jóvenes norteamericanos, este conflicto representó una ruptura de los valores morales tradicionales y puritanos de la sociedad. En este sentido, los jóvenes no dudaron en utilizar el Rock'n Roll como arma en esa guerra generacional que se estaba librando. La influencia de la música fue tan grande que muchos rasgos culturales urbanos, considerados lumpen, propios de subculturas juveniles, de gangs de pseudodelincuentes o, directamente, de “negros”, como lenguajes en argot, determinadas maneras de vestir, etc. fueron adoptados por jóvenes de cualquier extracción social. De hecho “Rock’n Roll” era el término que se utilizaba en algunas comunidades negras para referirse al noble arte del fornicio.

Por ser productora de significado y cultura: la música ha sido siempre un elemento imprescindible para entender fenómenos como el ya mencionado cambio social de postguerra, la contracultura de los años 60, la crisis del petróleo de los 70 o la cultura Rave y el consumo de drogas sintéticas de los 90, ademas de ser un elemento importante en la configuración de la identidad entre los jóvenes.

Por su capacidad de transgresión: Todos los elementos comentados están estrechamente relacionados entre sí, aunque posiblemente uno de los rasgos destacables de la música popular sea su potencial capacidad transgresora aunque, como ya comenté en este mismo espacio, parece estar en vías de extinción. En este sentido la actitud de del público también ha ido cambiando y la música ya no es un instrumento para desafiar al “sistema” (al menos no de manera explícita): el carácter hedonista propio de la postmodernidad ha acabado convirtiéndola en un elemento más de ocio y evasión, es el signo de los tiempos... Pero, ¿sería esto algo negativo? Como todo en la vida, depende de cómo se mire, hace ya bastantes años Rafa Cervera, crítico musical y director de la revista "Ruta 66" escribió:

“Hoy en día los comentarios sobre el Punk tienden a un aburrido punto en común; no sirvió de nada... No estoy de acuerdo. Desde la perspectiva actual es fácil emitir tales juicios. La era Punk, como la Hippy, llegó para cambiar las cosas y, por supuesto, no lo consiguió. Claro que tampoco ganaron ninguna revolución Elvis ni los Beatles así que, ¿por qué ese desprecio hacia aquellos que se atrevieron a desafiar al sistema, aún cuando acabaron siendo absorbidos por él? No es justo intentar reírse del Punk porque fue algo que acabó al servicio de aquello que supuestamente combatía. No es justo negarle todos sus valores... en este caso, como en todos los que han hecho posible el Rock a lo largo de la historia, importan la intención y los medios... Si la música Punk te hace saltar del sofá, logra que los nervios se te disparen y te afecta de tal manera que acabas por coger una batería y dar la murga en los ratos libres, o mandas a la mierda al ser que más te da la tabarra, bueno... eso tiene que ver con el espíritu del Punk."

Y además, añado, se queda uno muy a gusto...

A pesar de todo lo expuesto, parece complicado esperar la creación de una "ciencia" del Rock que responda a los cánones tradicionales. Uno de los pocos estudiosos de la música popular contemporánea del país, el poeta y experto en comunicación audiovisual Joan Elies Adell lo tiene claro:

"Parece, en muchos casos, que discutir públicamente de música popular contemporánea, con su carácter inevitablemente social, tenga mucho que ver con una especie de violación de la regla clásica de la distancia estética, al mezclar lo subjetivo, lo personal, lo irracional, lo intuitivo con el carácter social, objetivo e ideológico que forma parte de la esfera pública... la música no es "solo" una tecnología social que produce o reproduce significados, valores, e imágenes para los receptores; sino que, también, a diferencia de la influencia ejercida por la música "clásica", puede inyectar en la música un sentido de lo personal, de lo político y de lo social...".

Aunque, bien mirado, no es que tampoco haga mucha falta: el peso específico del pop y el rock en la configuración de las sociedades modernas es innegable, por muy de "baja cultura" que sea considerado, convertirlo en una disciplina, más o menos, académica atentaría quizá contra su propio espíritu.

Adell, J.E. La música popular contemporánea y la construcción de sentido. Revista Transcultural de Música en: www.sibetrans.com/trans/trans3/adell.htm

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...