sábado, 26 de octubre de 2013

Festival In-Edit 2013: "Beware of Mr. Baker", "Muscle Shoals"


El pasado jueves se inauguró la edición 2013 del Festival In-Edit Beefeater de documentales musicales. Como de costumbre, la programación es muy variada y con muchos focos de interés. En estos primeros días he podido ver dos de las películas de las que más se ha hablado a priori.


Beware of Mr. Baker


Ya se lo dije a mi mujer, "si algún día tengo que escoger entre tú y la batería, me quedaré con la batería".


Los baterías de rock son como los porteros de fútbol, hay que darles de comer aparte: raritos, excéntricos, algunas veces geniales, a menudo incomprendidos y casi siempre bastante chiflados. Ginger Baker encaja perfectamente en este arquetipo: un pelirrojo hiperactivo, egocéntrico, furibundo e intimidante, pero también uno de los baterías más innovadores (pionero en la utilización del doble bombo) y geniales de la historia del rock, aunque él se considere a sí mismo un músico de Jazz.

El documental de Jay Bulger repasa con bastante detalle la interesante, aunque errática, carrera de Baker: sus inicios con Cream y Blind Faith; la experiencia en solitario con aquella excepcional Big Band que fue la Ginger Baker's Air Force; sus aventuras nigerianas con Fela Kuti; la incorporación posterior al Baker-Gurvitz Army, su experiencia con los Masters of Reality (gran disco, por cierto, el "Sunrise on the Sufferbus") o las colaboraciones posteriores con músicos de Jazz, con las que se ganó el respeto de los exigentes miembros de dicho gremio.

Culo de mal asiento y de carácter, por decirlo finamente, controvertido, los testimonios de ex-esposas (hasta tres), hijos y antiguos compañeros musicales ilustran perfectamente su tortuosa vida y, aún profesándole gran admiración profesional, no le dejan en muy buen lugar como persona: su relación de odio-desprecio, que llega a límites obsesivos, con Jack Bruce; la confesión de Eric Clapton que le considera un gran amigo pero que prefiere mantenerse alejado de él en aras de su equilibrio psicológico y sobriedad; por no hablar de su escaso sentimiento paternal, del que dan fe algunos de sus descendientes. Curiosamente uno de los pocos que habla bien de él es el inefable John Lydon, que no acabo yo de tener claro que sea algo positivo precisamente.

Lo cierto es que el Baker-personaje da mucho juego, pero es que además la película es muy atractiva a nivel formal: bien estructurada narrativamente y bastante original, en la que destacan la utilización del montaje en paralelo con la pantalla partida y algunas secuencias animadas, bastante curiosas y divertidas. Todo ello le da mucha frescura al film y le confiere un aire diferente al del típico documental de toda la vida.

Excelente película, muy recomendable para los amantes de la batería y del rock de finales de los sesenta y principios de los setenta.





Muscle Shoals


Todo el que venía a grabar un disco a Muscle Shoals acababa saliendo con un éxito debajo del brazo.


Muscle Shoals es sinónimo de leyenda, un nombre que huele a pantano y a sudor; que suena a Funk y a Rythm & Blues y está intimamente vinculado a figuras como Wilson Pickett, Bob Seger, Rolling Stones, Rod Stewart, Aretha Franklin, Etta James, Lynyrd Skynyrd o, por poner un ejemplo más contemporáneo, The Black Keys. Un lugar muy especial en el culo del mundo en el que un puñado de músicos blancos pobres como ratas y que apenas habían salido de su pueblo fueron capaces de crear un sonido musculoso, orgánico e inconfundible.

Este documental de Greg Camalier cuenta la historia de Muscle Shoals, desde el embrión que fue el estudio Fame fundado por Rick Hall, hasta la posterior escisión del grupo de músicos del estudio, los Swampers, que dió lugar a la creación de los legendarios estudios de grabación que llevan ese nombre.

Conducida por Bono, Keith Richards y Mick Jagger (que vendrían a ser los ganchos comerciales del film), la película resulta, por poco mitómano que uno sea, verdaderamente fascinante, pura historia viva de la música popular americana: la grabación de "Land of 1000 dances" de un desconfiado Wilson Pickett, que acabo rendido a los pies de un grupo de músicos blancos desconocidos; la catapulta a la fama que representó "I Never Loved a Man", con arreglos improvisados en el estudio, para una casi deshauciada Aretha Franklin o Keith Richards y su particular "Making of" de "Wild Horses".

Otras historias emocionantes: Gregg Allman explicando como su hermano Duane se inspiró para aprender a tocar Slide; el mismo Duane convenciendo a Wilson Pickett y a Rick Hall para grabar el cover de "Hey Jude", en lo que se considera el embrión del Southern Rock, o la afortunada coincidencia que hizo que la intro al piano de Billy Powell en "Free Bird", no prevista inicialmente, acabara incorporándose a la canción.

El documental hace hincapié también en otros aspectos sugestivos, como los problemas que la segregación racial comportaba a los músicos negros, las difíciles circunstancias vitales de Rick Hall (el típico "self made man"), que pudo superar gracias a su perseverancia y un carácter de hierro o el desencuentro con Jerry Wexler, uno de los capos de Atlantic Records. A destacar también el vínculo pasado-presente con el que finaliza el documental: una sesión en la que Alicia Keys hace una estremecedora (piel de gallina) versión gospel de "Pressing On", de Bob Dylan.

Si bien el film no es un prodigio de originalidad, aunque es bastante preciosista y pródigo en imágenes del entorno y el paisaje de Muscle Shoals para remarcar su carácter telúrico, la materia prima con la que trabaja lo convierte en un documental imprescindible para cualquiera que ame mínimimante la música.




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