miércoles, 18 de septiembre de 2013

Hoggboy: lo que pudo haber sido y no fue



Hoggboy fueron una interesante banda británica de corta vida, apenas cuatro años (2001-2005). Surgidos a rebufo del revival rockero de principios de los 2000 junto a grupos como The Strokes, The White Stripes, Jet, The Vines, B.R.M.C o Yeah Yeah Yeahs, poco tenían que ver con sus contemporáneos ingleses (exceptuando quizá los Libertines). Con un sonido más cercano al rock básico de toda la vida que al Britpop, tenían, en cambio, buena mano para melodías pegadizas y estribillos.

Formados en Sheffield, pronto llamaron la atención de Richard Hawley, músico y productor y paisano suyo, quien se encargó de la producción, junto con Chris Thomas (productor del "Never Mind the Bollocks" de los Sex Pistols), del primer trabajo de la banda: "Or 8?", editado en 2002.

Su disco de debut es notable: una producción muy limpia para temas cortos, directos, guitarreros y con un punto Glam como "Left & Right", "Urgh" o "So Young"; canciones irresistibles como "Gonna Take Me a While" o "Upside Down", un medio tiempo más pop, "Don't Get Lost", e incluso una instrumental, la garagera "Call Me Suck". A todo ello hay que añadir la personalidad de Tom Hogg, típico cantante de escuela británica, muy melódico, y excelente frontman.





Los singles de "Or8?" tuvieron cierta repercusión en los medios británicos (a pesar del tradicional menosprecio hacia las bandas de rock más clásico), siempre a la búsqueda y captura del nuevo hype patrio. Lo cierto es que la banda trabajó duramente en el período 2002-2003 para darse a conocer: girando por todo el mundo como teloneros de The Strokes, The Donnas y The White Stripes o actuando en festivales como Reading/Leeds o en el London Calling. Su hiperactividad les trajo también aquí, donde actuaron en el FIB y en los festivales SantiRock y Wintercase, recibiendo buenas críticas por su solvencia en directo.

Entre gira y gira aprovecharon para componer los temas de su segundo disco "Seven Miles of Love", publicado en 2004. Tan bueno e inmediato como el primero, algo más duro y contundente, quizás, pero igualmente infestado de melodías y estribillos para recordar: la inicial "400 boys", "Get There", "Shoot Me", con el deje "arrastrao" de Hogg que la convierte en un excelente tema, o las más poperas "Hello" (en la que parecen unos B-52 pasados de vueltas) o "Come Home".





Su final fue el mismo que el de tantos otros: disensiones internas, cansancio acumulado tras interminables giras y frustración por la poca repercusión obtenida y ver que la cresta de la ola les había pasado por encima: en el mundo de la música, especialmente en el Reino Unido, a veces vale más caer en gracia que ser gracioso. Una lástima porque lo cierto es que eran una banda con mucho potencial y sus dos únicos discos son francamente buenos: bastantes años después siguen sonando frescos y vigentes. 


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